La pieza llena de moscas oscila cuando entro a ella.
nunca se ve igual de un día para otro,
porque los seres volátiles que la habitan siempre titubean
y sólo a veces dejan espacios en donde estar.
Si hablas descuidadamente dentro de ella
podrías tragar una o miles
al dejar tu boca abierta
entre el hablar, hablar... y hablar.
Ya me he acostumbrado a ella.
Hay una hipnótica espontaneidad
en el vuelo de sus desprolijos habitantes
que circulan con total libertad pretendiendo marearme
si me quedo mucho rato inmóbil mirandolas.
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